Problemas del comportamiento

Mi perro me muerde la nariz: causas y qué hacer

 
Eduarda Piamore
Por Eduarda Piamore. 19 febrero 2024
Mi perro me muerde la nariz: causas y qué hacer

Si tu perro te ha mordido la nariz, probablemente te preocupas por la posibilidad de que este sea un signo de agresividad. Por eso, queremos empezar este artículo de TodoPerros transmitiendo cierta tranquilidad dado que esta conducta no siempre indica que tu peludo está enfadado o enojado contigo. De hecho, existen muchas otras posibles respuestas a la pregunta de por qué mi perro me muerde la nariz y, afortunadamente, también contamos con varias soluciones para modificar esta conducta.

A continuación, te explicaremos cuáles son las principales razones que explican por qué los perros muerden la nariz a sus tutores y qué puedes hacer para evitar que esto se repita. ¡Allá vamos!

Índice

  1. Comportamiento exploratorio
  2. Problemas en la socialización
  3. Conducta adquirida
  4. Aburrimiento o estrés
  5. Problemas de comunicación
  6. Para llamar la atención

Comportamiento exploratorio

Si tu perra ha parido recientemente o si acabas de acoger a un cachorro en tu hogar, debes saber que estos pequeños llevarán a cabo una serie de comportamientos exploratorios que son naturales y necesarios para su óptimo desarrollo físico, sensorial, cognitivo y social.

Como el nombre indica, los comportamientos exploratorios permiten que los cachorros empiecen explorar su entorno y familiarizarse con los estímulos e individuos allí presentes. Y es por eso que, en esta etapa de su vida, los perros cachorros pueden llevar casi todo a la boca y morder prácticamente todo lo que encuentran a su alrededor.

Así que sí, esto explicaría "por qué mi perro me mordió la nariz". No solo puede incluir tu nariz, sino también los dedos de tus manos y de tus pies, etc.

Qué hacer

Tratándose de un comportamiento natural y necesario, no hay ninguna recomendación de inhibirlos ni mucho menos reprender a los cachorros por realizarlo.

La clave está en jamás separar prematuramente los cachorros de su madre porque es ella la responsable de enseñarle los límites del juego, así como los códigos y principios fundamentales de la comunicación y la conducta social de los perros.

Así pues, los cachorros que son apartados a una muy temprana edad de sus progenitoras tienen una mayor predisposición a las conductas agresivas asociadas al juego (por ejemplo, morder mientras juegan), y tienden a mayores dificultades para aprender e interactuar con otros individuos en la edad adulta.

Si no sabes cuándo o cómo llevar cabo esta separación, puedes encontrar consejos útiles aquí: “¿La perra sufre al quitarle los cachorros?”.

Problemas en la socialización

Los perros que no han tenido acceso a una buena socialización también tienen dificultades para interactuar y son más propensos a una infinidad de problemas de comportamiento, entre ellos, que tu perro te muerda la nariz.

Básicamente es porque socializar a un perro consiste en darle la oportunidad de desarrollar la confianza necesaria y asimilar una mayor variedad de recursos no solo para interactuar pacífica y armoniosamente con otros individuos, sino también para gestionar sus propias emociones y ser capaces de mantener un comportamiento más equilibrado al enfrentarse a diferentes situaciones – más o menos agradables - que pueden presentarse a lo largo de su vida.

Los problemas en la socialización del perro pueden manifestarse de diferentes formas y a cualquier edad:

  • Cuando el perro no sabe exactamente cómo actuar en la presencia de otros individuos: pudiendo llevar a cabo conductas que no favorecen una interacción positiva y amigable. Es aquí donde podríamos decir que "mi perro me muerde la nariz o mi perro me mordió la nariz".
  • Cuando el perro se expone a estímulos extraños: puede adoptar una postura defensiva o directamente agresiva al ser expuesto a estímulos que no conoce o a situaciones que realmente no representan una amenaza a su integridad, pero que le generan inseguridad, miedo o incomodidad.

Qué hacer

Más allá de permanecer junto a su madre al menos hasta su segundo mes de vida, los cachorros deberían empezar a ser socializados antes del tercer o cuarto mes de vida, que es cuando finaliza el periodo crítico o sensible de la socialización del perro, en el cual se produce el reconocimiento de las llamadas “especies amigas”.

Por seguridad, no se recomienda sacar a la calle a un cachorro que aún no ha completado su primer ciclo de vacunas, pero puedes dar inicio a su socialización presentándolo a otros perros y animales que sepas que están sanos, vacunados y desparasitados, así como a personas ajenas a su núcleo familiar.

Una vez completado dicho ciclo de vacunas, puedes empezar a pasear a tu perro por las calles, plazas, parques y otros ambientes positivos para darle la oportunidad de seguir interactuando con una mayor variedad de estímulos, entornos e individuos.

No obstante, ten en mente que la socialización del perro es un proceso continuo que dura toda la vida. Por eso, es importante que presentes tu peludo a diferentes personas, perros y otros animales con regularidad, siempre asegurándote de que dichas interacciones se lleven a cabo en un entorno seguro y positivo para todos los involucrados. De esta forma podrás evitar decir que mi perro me mordió la nariz o mi perro ha mordido la nariz de algún conocido o familiar.

Mi perro me muerde la nariz: causas y qué hacer - Problemas en la socialización

Conducta adquirida

¿Sabías que nosotros mismos podemos favorecer la asimilación de conductas indeseadas por nuestros perros? Por lo general, sucede cuando fomentamos la repetición de ciertas conductas cuando son cachorros, ya sea porque las consideramos inofensivas o porque queremos verlos felices. Muchas veces, no paramos para pensar que esas mismas conductas pueden resultar muy incómodas o incluso peligrosas cuando nuestros peludos ya sean adultos y tengan más fuerza.

Imaginemos que has adoptado a un cachorro que, naturalmente, tenía comportamientos exploratorios y, cierto día, ha empezado a lamer y morder tu nariz. Como percibías que tu pequeño disfrutaba muchísimo de divertirse contigo, permitiste que esta conducta se repitiera una y otra vez, e incluso la reforzaste – aunque sin darte cuenta – con palabras de aliento o fomentando la continuación del juego.

Cuando el perro ya es joven con dientes afilados y mandíbulas fuertes esta conducta que antes te parecía inofensiva, ahora probablemente resulta incómoda o incluso dolorosa y te hace cuestionar “¿por qué mi perro me lame y muerde la nariz?”. La respuesta, en estos casos, es que se trata de una conducta adquirida mediante aprendizaje involuntario, ya que tú mismo has enseñado a tu perro que esta es una forma totalmente aceptable de interactuar y jugar contigo.

Qué hacer

La mejor y más eficiente técnica es evitar fomentar en los cachorros estas conductas que no queremos ver reflejadas en un perro adulto. Si bien hemos dicho que no hay necesidad de inhibir o reprender los comportamientos exploratorios en los cachorros, sí es importante direccionarlos hacia los recursos más apropiados y seguros tanto para ellos mismos como para sus tutores. Entonces, cada vez que tu perro te muerda tu nariz (o lo intente), en lugar de permitirle e incentivarlo a seguir haciendo eso, ofrécele un juguete que pueda morder.

Por otro lado, si hablamos de un perro joven o adulto que ya tiene el hábito de morderte mientras juegan, puedes seguir los siguientes pasos para modificar esta conducta:

  • Señala la conducta inadecuada: no necesitas regañar a tu perro ni mucho menos castigarlo o encerrarlo para indicar que se ha portado “mal”. Basta con un decirle un firme “¡NO!” e interrumpir inmediatamente el juego o la actividad que se esté llevando a cabo cuando se produce la mordida para hacerle entender que el acto de morder no es aceptable en esta dinámica y no le generará un premio o beneficio (por ejemplo, que el juego siga o que lo elogies por su buen comportamiento).
  • Preséntale la opción correcta: el objetivo no es lograr que tu perro deje de morder, ya que este es un comportamiento natural y necesario para su supervivencia. Lo que queremos es enseñarle que tu perro no te puede morder la nariz y que solo puede morder los recursos que fueron diseñados con tal propósito. Siempre que tu perro te muerda la nariz jugando, después de decirle el firme “¡NO!” e interrumpir el juego, preséntale un juguete que sí pueda morder para redireccionar esta conducta. Por ejemplo, una pelota de caucho natural, un juguete de cuerda o el Kong, que es excelente para fomentar buenos hábitos alimentarios y puede auxiliar en la prevención y el tratamiento de la ansiedad por separación en perros.
  • Refuerza la conducta adecuada: es clave enseñarle qué significa “portarse bien”. Para ello, es fundamental reforzar las conductas que consideramos apropiadas en el momento oportuno, es decir, en seguida de su realización. Entonces, cada vez que tu peludo juegue contigo de una manera amigable, sin morderte ni saltarte encima, o cada vez que tu mejor amigo realice con éxito una tarea u orden de obediencia que tratas de enseñarle, ofrécele una recompensa, pues esto fomentará la asimilación de este comportamiento como parte de su rutina y lo mantendrá motivado para que quiera seguir aprendiendo más y más.

Aburrimiento o estrés

Cuando un perro tiene una rutina sedentaria, en un ambiente empobrecido, y si se queda mucho tiempo solo, es probable es que se sienta aburrido y empiece a llevar a cabo conductas inapropiadas con el simple objetivo de entretenerse y ejercitarse.

Es aquí cuando pueden aparecer:

Los mismos contextos que generan aburrimiento en los perros, tarde o temprano, acaban convirtiéndose en fuentes de estrés. Así pues, un perro que convive con un nivel muy elevado de estrés puede tener reacciones defensivas o directamente agresivas, como gruñir o ser el motivo que explica por qué mi perro me muerde la nariz. No siempre ello significa que has hecho algo para enfadar a tu perro, sino que el estrés lo mantiene en un constante estado de alerta y puede hacerlo reaccionar ante la mínima alteración en su entorno.

También hay que tener en mente que el estrés provoca un progresivo deterioro del sistema inmune del can, dejándolo más vulnerable a una serie de enfermedades, las cuales pueden acabar incrementando los niveles de estrés, generando, de esta forma, un ciclo vicioso que mitiga gravemente la calidad de vida del perro y el vínculo con su tutor.

Qué hacer

El primer paso es identificar por qué tu perro está estresado. Más allá de una baja estimulación física y mental, los cambios repentinos en sus hábitos o entorno, la llegada de un nuevo miembro a la familia, una mudanza de hogar y algunas patologías o trastornos metabólicos, también son causas comunes del estrés en perros.

Por ende, lo más recomendable es siempre acudir a un veterinario – y mejor aún si es un veterinario etólogo – para verificar el estado de salud de tu perro. Además, vale la pena poner atención a dos pautas básicas para el manejo del estrés en perros:

  • Actividad física: lo más importante es que la rutina diaria de ejercicios de un can sea compatible con su nivel de energía. En líneas generales, se recomienda realizar al menos dos o tres paseos al día, con duración de 20 a 45 minutos. Además, los perros más enérgicos se beneficiarán con la práctica de algún deporte canino, como puede ser el Agility, el canicross o el mushing. Con estos métodos podremos deshacernos de la pregunta de por qué mi perro me muerde la nariz o por qué mi perro me mordió la nariz.
  • Estimulación mental: es fundamental que tu perro tenga un ambiente enriquecido donde pueda expresarse, entretenerse y ejercitarse mismo cuando deba quedarse solo en el hogar. Felizmente, hoy existe una inmensa variedad de juguetes tradicionales e interactivos para perros. También puedes fabricar tus propios juguetes caseros reciclando materiales (por ejemplo, cajas de cartón, rollos de papel higiénico, etc.) y usarlos para proponer juegos de inteligencia a tu perro.
Mi perro me muerde la nariz: causas y qué hacer - Aburrimiento o estrés

Problemas de comunicación

A veces, una respuesta inesperada o inusual por parte del perro, como puede ser morder a su tutor de la nada, es el resultado de una falla en la comunicación con su tutor. Generalmente, esto sucede cuando el tutor, por no tener mucho conocimiento sobre el lenguaje corporal y los códigos comunicacionales de los perros, acaba realizando, aunque sin darse cuenta, gestos o acciones que producen incomodidad, temor o estrés en su peludo.

Por ejemplo, si miras fijamente a tu perro, lo más probable que él interprete eso como una especie de “reto” y adopte una postura defensiva. Luego, en caso de que no cambies tu conducta y sigas “retando” a tu perro, pueden aparecer reacciones directamente ofensivas, como morderte.

Otra situación bastante común se da cuando los tutores recurren a las clásicas demonstraciones de afecto humanas, como besos y abrazos, para expresar su amor hacia sus perros. El problema, nuevamente, no está en la intención del tutor, sino en el desconocimiento acerca de las diferencias entre el lenguaje perruno y el humano, ya que los perros no suelen ser muy receptivos a este tipo de contacto que supone una limitación de su capacidad de respuesta y de sus movimientos.

Entonces, eventualmente, si te acercas tu rostro muy bruscamente a tu perro con la idea de besarlo, o si tratar de “obligarlo” a permanecer abrazado contigo, corres el riesgo de que tu perro te muerda la nariz o en otra parte.

Qué hacer

Dedica algo de tiempo a aprender sobre el lenguaje corporal de los perros, para optimizar la comunicación cotidiana con tu mejor amigo y evitar esos malentendidos que pueden llegar a ser dolorosos. Pero, quizás, lo más importante sea que entiendas que los perros tienen el derecho de ser y comportarse como lo que son (es decir, como perros), y no tienen ninguna obligación de parecerse a los seres humanos. Amar a los perros también supone respetar su naturaleza y entender que la humanización puede convertirse en un tipo de maltrato animal.

Para llamar la atención

Otra razón que puede explicar por qué tu perro te muerde la nariz es para captar tu atención, principalmente cuando necesita satisfacer una necesidad o deseo que considera “urgente”, como puede ser salir a la calle para orinar o defecar, alimentarse, ganarse sus merecidas caricias, etc.

Aunque no parezca evidente, esta causa está relacionada con las anteriores. Eso porque, cuando un perro ha sido correctamente socializado y educado, y no convive con el estrés, tenderá a emplear herramientas más “suaves” para llamar la atención de sus tutores. Por ejemplo, acercarse y tocarlo con su pata, traerle un juguete para invitarlo a jugar, o incluso llorar o ladrar cuando se trate de una necesidad más urgente.

Qué hacer

Todos los consejos que compartimos hasta aquí serán útiles, pero también resulta clave que dediques algo de tiempo cada día para estar con tu peludo. Los paseos, los juegos, las caricias y cada momento compartido son fundamentales para el mantenimiento de un vínculo basado en el afecto y la confianza mutua.

También es muy recomendable que enseñes a tu perro las ordenes básicas de obediencia, como acudir a la llamada, sentarse, quedarse o esperar, entre otras. Recuerda que el adiestramiento, además de ser el estímulo más completo para el cuerpo y la mente del perro, también es fundamental para promover un comportamiento más estable y confiable dentro y fuera del hogar.

Por último, pero no menos importante, ten en mente que la soledad es otro factor que puede inducir problemas de conducta en los perros, como los ladridos excesivos, la destructividad y la ansiedad por separación. Ningún perro debería quedarse solo durante muchas horas todos los días, y todos deberían tener la posibilidad de aprender progresivamente a gestionar la soledad.

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