- 22 Dic 2017, 18:45
#9166779
Me hubiese gustado presentarme en el hilo correspondiente antes de plantearos un problema que vengo sufriendo desde hace 2 meses, pero como no veo un hilo específico para las presentaciones casi que mejor paso directamente a exponer mi caso.
Mi nombre es José Luis y tengo una hembra de mastín cruzada con labrador de 4 años que yo mismo he criado. A pesar de que su genética es mayormente mastín siempre la he tratado con mucho cariño. Nala es una perra muy lista e inteligente. Como buena mastina que es guarda la casa como si le fuese la vida en ello. Si está en el jardín no pierde detalle de lo que ve, de lo que escucha y de lo que huele. De vez en cuando jugamos al pilla pilla o a forcejear con algún juguete. La única expresión de cariño que tiene conmigo consiste en echarse a mis pies y estar pendiente de mí. Sé que esto es así por su naturaleza y por su carácter de mastín, así que nunca me he preocupado por eso.
Es muy obediente y salvo algún problema relacionado con la dominación a otros perros, gatos, petardos y tormentas no es una perra complicada.
Hará cosa de 3 meses rescatamos a un cachorro de bretón. Lo llevamos a casa con mucho reparo porque pensaba que Nala se sentiría un poco desplazada al tener que compartir yo mi cariño entre los 2... pero lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: el que se sintió desplazado fui yo mismo.
Nala hizo buenas migas con el "Sr. Quillo" desde el primer momento y el Sr. Quillo lo mismo con Nala. Ella se pasaba el tiempo limpiándolo con su lengua o jugando con él en todas las salidas que hacíamos al campo el Sr. Quillo no se despegaba de su madre adoptiva.
Todo cambió hará cosa de 2 meses.
Ocurrieron varios sucesos simultaneamente: una discusión fuerte entre miembros humanos de la familia, castración del Sr. Quillo, entrada en celo de Nala y supresión de los paseos por el parque debido a las multas que la policía ponía por llevar a los perros sin correa ni bozal. 300€ por cada cosa, con lo que si me pillan tendría que aflojar una cantidad considerable por cada perro.
Bueno, pues a partir de ese momento la perra empezó a comportarse de forma extraña. Lo primero que noté fue que ya no corría, ni saltaba, ni jugaba. Andaba de forma lenta y parsimoniosa y algunas veces dudaba antes de dar un peso, de subir un escalón o de bajarse de su sofá. Parecía enteramente como si su enfermedad tuviese un origen neurológico, algo que se descartó más tarde. Se volvió una perra triste, que ya no quería jugar ni conmigo ni con el Sr. Quillo. En vez de correr por el jardín y ladrar a las amenazas se pone a gruñir sin levantar la cabeza del suelo.
La llevé al veterinario y detectó una pequeña indigestión que fue tratada con medicación y dieta y de la que se recuperó en menos de una semana, pero la perra seguía igual.
Le hemos hecho un análisis de sangre en el que no hay nada raro. Le hemos hecho pruebas de las 3 enfermedades más comunes: la del mosquito, la de unos gusanos en el corazón y la de una enfermedad infecciosa que ataca los glóbulos rojos, arrojando las 3 pruebas resultados negativos.
Ultimamente su conducta ha vuelto a cambiar: ahora viene a buscarme y me da un pequeño toque con una de sus patas delanteras para que la acaricie. Parece que eso le gusta, o siente alivio.
Ella se sigue llevando bien con el Sr. Quillo, pero basta que yo lo llame o que lo acaricie para que ella se ponga entre los 2 requiriendo otra vez que la acaricie.
A estas alturas ya casi descarto completamente que tenga algo físico y me inclino a pensar que la perra sufre de algún tipo de depresión o de tristeza, pero de ser cierta esta teoría no conseguiría tranquilizarme sino todo lo contrario puesto que ignoro de que forma tratar psicologicamente a mi perra.
El único síntoma claro y evidente que le veo es un pequeño goteo de moco de la trufa y que ésta la tiene algo sonrojada, pero tampoco le puedo poner pomada hidratante porque se la chupa.
Bueno, pues dicho todo esto solo queda preguntar y conocer vuestras opiniones.
Muchas gracias de antemano por contestar.
Ante todo saludos.
Me hubiese gustado presentarme en el hilo correspondiente antes de plantearos un problema que vengo sufriendo desde hace 2 meses, pero como no veo un hilo específico para las presentaciones casi que mejor paso directamente a exponer mi caso.
Mi nombre es José Luis y tengo una hembra de mastín cruzada con labrador de 4 años que yo mismo he criado. A pesar de que su genética es mayormente mastín siempre la he tratado con mucho cariño. Nala es una perra muy lista e inteligente. Como buena mastina que es guarda la casa como si le fuese la vida en ello. Si está en el jardín no pierde detalle de lo que ve, de lo que escucha y de lo que huele. De vez en cuando jugamos al pilla pilla o a forcejear con algún juguete. La única expresión de cariño que tiene conmigo consiste en echarse a mis pies y estar pendiente de mí. Sé que esto es así por su naturaleza y por su carácter de mastín, así que nunca me he preocupado por eso.
Es muy obediente y salvo algún problema relacionado con la dominación a otros perros, gatos, petardos y tormentas no es una perra complicada.
Hará cosa de 3 meses rescatamos a un cachorro de bretón. Lo llevamos a casa con mucho reparo porque pensaba que Nala se sentiría un poco desplazada al tener que compartir yo mi cariño entre los 2... pero lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: el que se sintió desplazado fui yo mismo.
Nala hizo buenas migas con el "Sr. Quillo" desde el primer momento y el Sr. Quillo lo mismo con Nala. Ella se pasaba el tiempo limpiándolo con su lengua o jugando con él en todas las salidas que hacíamos al campo el Sr. Quillo no se despegaba de su madre adoptiva.
Todo cambió hará cosa de 2 meses.
Ocurrieron varios sucesos simultaneamente: una discusión fuerte entre miembros humanos de la familia, castración del Sr. Quillo, entrada en celo de Nala y supresión de los paseos por el parque debido a las multas que la policía ponía por llevar a los perros sin correa ni bozal. 300€ por cada cosa, con lo que si me pillan tendría que aflojar una cantidad considerable por cada perro.
Bueno, pues a partir de ese momento la perra empezó a comportarse de forma extraña. Lo primero que noté fue que ya no corría, ni saltaba, ni jugaba. Andaba de forma lenta y parsimoniosa y algunas veces dudaba antes de dar un peso, de subir un escalón o de bajarse de su sofá. Parecía enteramente como si su enfermedad tuviese un origen neurológico, algo que se descartó más tarde. Se volvió una perra triste, que ya no quería jugar ni conmigo ni con el Sr. Quillo. En vez de correr por el jardín y ladrar a las amenazas se pone a gruñir sin levantar la cabeza del suelo.
La llevé al veterinario y detectó una pequeña indigestión que fue tratada con medicación y dieta y de la que se recuperó en menos de una semana, pero la perra seguía igual.
Le hemos hecho un análisis de sangre en el que no hay nada raro. Le hemos hecho pruebas de las 3 enfermedades más comunes: la del mosquito, la de unos gusanos en el corazón y la de una enfermedad infecciosa que ataca los glóbulos rojos, arrojando las 3 pruebas resultados negativos.
Ultimamente su conducta ha vuelto a cambiar: ahora viene a buscarme y me da un pequeño toque con una de sus patas delanteras para que la acaricie. Parece que eso le gusta, o siente alivio.
Ella se sigue llevando bien con el Sr. Quillo, pero basta que yo lo llame o que lo acaricie para que ella se ponga entre los 2 requiriendo otra vez que la acaricie.
A estas alturas ya casi descarto completamente que tenga algo físico y me inclino a pensar que la perra sufre de algún tipo de depresión o de tristeza, pero de ser cierta esta teoría no conseguiría tranquilizarme sino todo lo contrario puesto que ignoro de que forma tratar psicologicamente a mi perra.
El único síntoma claro y evidente que le veo es un pequeño goteo de moco de la trufa y que ésta la tiene algo sonrojada, pero tampoco le puedo poner pomada hidratante porque se la chupa.
Bueno, pues dicho todo esto solo queda preguntar y conocer vuestras opiniones.
Muchas gracias de antemano por contestar.