Me parece conveniente hacer constar que este trabajo, que trata del origen -antiguo o reciente- del Perro de Presa Canario, a diferencia de otros aparecidos en algunas publicaciones, se ha elaborado ateniéndose a las referencias históricas relativas a los perros canarios desde los tiempos más remotos de los que se tiene noticia, hasta principios de los años setenta. Quiere ello decir que en todo momento nos ceñimos a la documentación real existente, y al conocimiento de la realidad Presa Canario de los últimos veinticinco años, fase tras fase y hasta el último detalle de sus avatares.
Y cuando las referencias históricas faltan, por inexistentes, basándonos en hechos históricos, en movimientos y migraciones poblacionales humanos y faunísticos ciertos, se exponen las hipótesis más lógicas, más convincentes, y por ende que más se ajustan, a nuestro entender, a aquel pasado del que tan poco se sabe y que tanto nos interesa.
Primeras noticias de perros en las Islas Canarias
Plinio fue quien la llama así (Canaria), por los grandes canes que en ella se encontraron al tiempo de la famosa expedición enviada por Juba II (rey de Mauritania), a quien le fueron llevados dos de estos animales. Esta etimología, aceptada por todos los autores que posteriormente comentaron aquel viaje, ha encontrado después serios impugnadores.
Indudable es que en estas islas no hubo perros de extraordinaria corpulencia, pues los capellanes e historiógrafos de Bethencourt, dicen expresamente: “Hay en ella cerdos, cabras y ovejas y perros salvajes que parecen lobos, aunque son pequeños” (Historia General de las Islas Canarias, de Agustín Millares Torres, t. I, libro IV, I.ª edición, 1975, Pág. 176). En el libro II, Pág. 134, de la misma obra leemos, “Mucho se ha discutido en averiguación de la verdadera correspondencia entre los nombres que los enviados de Juba dieron a las distintas islas y los que hoy llevan, disertación que, si bien es curiosa, no entraña esa gran importancia histórica que después ha querido dársele por algunos de nuestros cronistas. Indiscutible es que las dos islas principales se hallan designadas por los nombres de Canaria y Nivaria, circunstancia importante que aleja toda sospecha de falsedad y no permite dudas respecto a la exactitud de la narración de Plinio.
Puede asegurarse, no obstante, que las noticias recogidas por la expedición de Juba y transmitidas hasta nosotros por Estacio Seboso y Plinio han llegado truncadas y sin la debida correlación y enlace, ya sea por defecto de copistas infieles o por ignorancia de sus comentaristas”. Y en la Pág. 135, donde el autor habla de los historiadores y geógrafos de marras, leemos, “Ya hemos visto que Juba, filósofo y naturalista en la acepción universal que entonces se daba a esta palabra, fue el primero que obtuvo las noticias más exactas sobre este Archipiélago, siendo evidente que desde su famosa exploración tomaron estas islas el nombre de Canarias, ya fuese por los canes “ingentis magnitudinis” de que nos habla Plinio, ya por otras diferentes causas según creen otros con mejor criterio”.
Los Perros de los aborígenes Canarios
Juba II vivió desde mediados del siglo I antes de Cristo hasta el año 23 o 24 de nuestra era, y los primeros conquistadores arriban a Lanzarote en el mes de julio de 1402. Quiere ello decir que desde la muerte de Juba II hasta la llegada de Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle con su tropa (la mayoría españoles) a las costas Canarias, cuando toman posesión en nombre del rey Enrique III de Castilla, han transcurrido 1379 años. En todo ese tiempo… ¿qué cambios ha habido en la fauna doméstica de las islas? ¿Qué nuevas aportaciones por parte de navegantes mallorquines, genoveses, vikingos?.
Los capellanes de Juan de Bethencourt nos dicen que los perros de Canaria eran “… unos perros salvajes parecidos a lobos, pero son pequeños”. Fray Alonso de Espinosa, en su libro Historia de Nuestra Señora de Candelaria, Pág. 114, refiriéndose a los perros que se comían los cadáveres de los guanches después de la matanza de Acentejo (norte de Tenerife) por parte de los conquistadores españoles, escribe: “Estos perros eran unos zatos o gozques pequeños que llamaban cancha, que los naturales criaban”.
¿Pertenecían a un mismo grupo racial los perros de ambas islas, tenían un mismo origen?, ¿y a qué isla llegaron primero y cuándo?.
Dar por sentado que había perros en Canarias desde los tiempos de Juba II es mucho aventurar, pero lo que no admite discusión es el tamaño de los mismos: eran pequeños.
No mucho más que eso se sabe de los perros canarios anteriores a la conquista.
Origen de los perros de presa de las Islas Canarias
Inmediatamente después de iniciada la conquista, que corre a cargo de la corona de Castilla, se introduce en Canarias toda una diversidad de animales domésticos, y salvajes, hasta esas fechas desconocidas en el archipiélago. Los canes españoles son parte importantísima de esa fauna, con toda su diversidad racial, que cumplirán, en manos de sus propietarios, que día a día se van estableciendo en las islas que van conquistando, las mismas funciones que cumplían en el continente.
Los perros de presa eran utilizados por los carniceros, para el agarre de las reses vacunas en el momento de su sacrificio, y para la guarda de casas y haciendas. Nada sabemos de si se les empleó para dar caza al ganado cimarrón de los aborígenes.
Nada se sabe del fenotipo de aquellos perros de presa, ni de qué manera evolucionaron en Canarias a través del tiempo por el mestizaje o por otras razones, la adaptación al medio, el clima, etc. Nada se sabe con precisión de su tamaño, nada de sus capas. Esa es la verdad.
En estas dos ultimas décadas se ha hablado, y escrito, de la influencia que ejercieron los perros de presa ingleses en los perros de presa canarios. Yo fui el primero en exponer esa tesis (año 1982). Luego, con más conocimiento de la historia de Canarias, defendí el origen español de las distintas razas caninas introducidas en las Islas Canarias desde los primeros momentos y en la medida que éstas eran conquistadas y colonizadas. Y así se mantuvieron hasta finales del XIX, sin más influencias genéticas que las derivadas de las importaciones periódicas de la España peninsular.
En su Historia Natural de las Islas Canarias (Pág. 348) José de Viera y Clavijo (1731-1813) escribe: “En 1764 la rabia entra en las Islas traída por unos perros de España y se comunicó a algunos de Tenerife, después no se ha vuelto a repetir”. En párrafo aparte el mismo autor escribe: ” Los perros más comunes de nuestras Canarias son mastines, perros de pastor, podencos, perdigueros, pachones, dogos, perros de aguas, sabuesos, etc.”. O sea, perros típicamente españoles.
Desde principios del siglo XV hasta mediados del XIX, las relaciones entre España e Inglaterra fueron de enemistad continua. Por esas razones, Canarias fue víctima constante de los actos piráticos de esa nación. Si bien las relaciones comerciales con ese país fueron muy importantes -en especial a partir de mediados del XIX- el contingente humano inglés residente en las Canarias fue insignificante.
Ya desde el siglo XVI la sociedad canaria estaba perfectamente consolidada, y era básicamente ibérica y exclusivamente de habla castellana. Los perros, el ganado vacuno, lanar, caprino, porcino, parte de la cabaña caballar, etc. eran de origen español.
Tras lo argumentado respecto a los perros canarios, me parece pertinente decir que la antigüedad del Bulldog Inglés, el Bullmastiff, el Bull Terrier, como tales razas no va más allá de finales del siglo XIX, quiere ello decir que fueron creadas mediante cruces en ese tiempo, con perros llevados de España en buena medida; y los setters, los cockers, los pointers, etc., no tienen otro origen.
Alguien podrá argumentar en contra que -en tiempos de Cesar- llevaron a Roma, para echarlos a pelear con los molosos del Epiro, a los sin par Pugnaces Britanii, de las Islas Británicas, claro está. Y uno dice que sí, que muy bien, ¿pero tienen algo que ver, guardan alguna relación, los mastines, los Bulldogs, los Bull Terriers, los Bullmastiff ingleses de nuestros días, con aquellos perros ingleses de hace más de dos mil años? Esa es la cuestión que hay que plantearse. Dado el conocimiento que sobre el origen de esas razas hoy se tiene, me inclino a pensar que ningún parentesco los une con aquellos perros de la época romana.
Así pues, no nos parece válida la tesis que da por cierta la influencia de los perros de presa ingleses en los perros de presa canarios antiguos. Está dentro de lo posible -pero no contamos con datos, referencias, relativas a perros ingleses que puedan inducirnos a dar por cierto semejante planteamiento- que algún que otro perro británico (atentos que no decimos inglés) acompañara a sus amos cuando venían a residir en canarias está dentro de lo posible.
Es más, es probable que trajeran incluso algún perro de tipo Stafford, que parece ser el can inglés de presa más antiguo, pero que de cuya antigüedad tampoco sabemos nada, o muy poco. En tal caso, de haberse dado esa circunstancia, ¿en qué medida pudieron influir esos perros en los canarios de presa, de ganado, podencos, de aguas, pachones, perdigueros, etc., etc.?
Más bien se me ocurre pensar en algo que hasta la fecha no se ha planteado, y es que de Canarias los ingleses pudieron llevar perros de presa a Gran Bretaña, lo mismo que los importaron de la España peninsular, (voy a dejar de lado el resto de las razas caninas canarias por no ser el objeto de este estudio) a saber en cuántas ocasiones, perros de presa que pasaron a engrosar el patrimonio canino de esa nación, influyendo a saber en qué medida en sus perros presa.
El Perro de Presa Canario en el siglo XX
Como vimos, Viera y Clavijo nos dice que “los perros más comunes en nuestras Canarias son mastines, perros de pastor, podencos, perdigueros, pachones, dogos, perros de aguas, sabuesos, etc.”.
¿Cuántas de estas razas caninas existían a principios del siglo XX en Canarias? Hoy, finalizado ya el siglo XX nada sabemos al respecto. Los perros de aguas, los pachones, los mastines, los sabuesos, y los perdigueros se extinguieron, e ignoramos cuándo exactamente. Podencos, en cambio, hay muchos en las islas en nuestros días, y no cabe duda que en parte, sólo en parte -debido al mestizaje con podencos ibicencos, básicamente, que reiteradamente a lo largo del tiempo se han importado para refrescar las castas de podencos llamémosles autóctonos- descienden de aquellos podencos del siglo XVIII.
Respecto a los perros de pastor, es lógico deducir que de ellos desciende el Perro de Ganado Majorero, el llamado perro de ganado en las Ordenanzas y en los Acuerdos de los Cabildos de Tenerife y Fuerteventura. En el resto de las islas los perros de ganado desaparecieron también. Y respecto a los dogos, que menciona Viera, podría tratarse de perros de presa, que en dichos Acuerdos y Ordenanzas se mencionan reiteradamente, que a principios del siglo XX desaparecieron los pocos ejemplares que quedaban, sino antes.
A principios de la década de los 70, con absoluto desconocimiento del concepto de raza moderno, se hablaba en Canarias de perros de presa, de perros de la tierra (Gran Canaria), de perros de ganado (Fuerteventura), de perros bastos (norte de Tenerife), de bordones (derivación de Bulldog), de bardinos (berdinos por degeneración de bardino, en el norte de Tenerife), de verdugos (en Fuerteventura), y la palabra lagarteado se utilizaba para referirse a un can cualquiera de capa bardina, y esporádicamente saltaba a la palestra la palabra mastín, que algunos relacionaban (década de los 80 y primeros de los 90, en el norte de Tenerife) con los perros de presa.
Lo cierto es que, cuando uno preguntaba acerca de esos canes y las diferencias raciales que pudieran existir entre unos y otros, el aficionado respondía de manera poco convincente, debido al poco conocimiento que sobre la materia tenía.
– Presas eran o podían ser aquellos ejemplares que un tiempo atrás se utilizaron para las pechadas (peleas);
– el perro de la tierra era parecido al Perro de Ganado Majorero, y como a éste, se le utilizaba para el manejo del ganado y para la guarda (Gran Canaria).
– El perro basto (norte de Tenerife) era todo perro de cierto volumen (del tipo que fuera y en contraposición al perro fino, de caza, o podenco) apto para la guarda.
– Bordón era todo aquel can mestizo de presa en el que predominaba la sangre de Bulldog Inglés.
Y según la isla y el conocimiento de los canes en general de los humanos que a ellos se referían, bajo la denominación de bardino podían entrar todos aquellos ejemplares de capa bardina procedentes de Fuerteventura (perros de ganado o mestizos de éstos con cualquier otro can), o de presa, no importaba el cruce del que descendiera (en el norte de Tenerife verdino). Y verdugo (Fuerteventura) era cualquier perro de capa bardina o semejante. En Extremadura, entre ganaderos, este término perdura, y en algunos países hispanohablantes, lo cual quiere decir que es palabra de raíz antigua en España.
A finales de la década de los 80 (siglo XX), dado el pobre resultado de mis investigaciones hasta ese momento respecto de los perros canarios de presa y de ganado, se me ocurrió la idea de elaborar un cuestionario de diecisiete preguntas que iba a formular a tres viejos peleadores de perros de Gran Canaria. Éstos eran, Francisco Saavedra Bolaños, Salvador Hernández Rodríguez, y Demetrio Trujillo Rodríguez.
La primera pregunta era:
“¿Recuerda la primera pelea de perros que ha presenciado en su vida?”
Responde Francisco Saavedra Bolaños:
– “Sí, el Muchacho, de capa bardina, con el perro negro llamado Negro. Tenía yo catorce años. El negro era un perro de ley”.
Segunda pregunta: ¿En qué año fue?
– “En 1928”
Tercera pregunta: ¿Cómo eran aquellos perros?
– “No eran los perros de presa canarios antiguos”.
Décima pregunta: ¿Recuerda usted el último perro de presa canario típico? Descríbamelo, por favor.
– “El presa de la tierra era grande, con muchas bembas (belfos), con mucha cabeza y mucho pecho. Tenía tantas bembas que decían que se las cortaban para poderlos pelear. Tenía yo cuatro años, o cinco, cuando vi dos. Decían que eran los de la tierra de verdad. Eran macho y hembra, y eran hermanos. Los tenían Marcos Mendoza y Antonio Enríquez”.
Salvador Hernández Rodríguez a la primera pregunta responde:
– “Sí, en el Casino de Armas. Pelearon el Asesino y el Tigre, dos cruzados de Bulldog (inglés). Los dueños eran Ramón el de Bañaderos y Juan Barriguilla, y el árbitro Juan Martín”.
A la segunda pregunta responde:
– “Yo tendría 27 años, Ahora tengo 67. Así pues fue en 1949”.
A la tercera pregunta responde:
– “El Tigre era muy ancho, y con una cabeza enorme. El Asesino pesaba cuarenta y cinco kilos, y era el mejor perro que he visto en mi vida”.
A la décima pregunta responde:
– “Sí, el Molone, hijo de una perra del Conde de la Vega Grande. Era bardino oscuro. Pesaría 45 kilos. Con ese perro gané tres copas en las exposiciones organizadas por el Cabildo. Había exposiciones de cabras, de perros y de vacas. Ese perro tenía mucha cabeza y mucho pecho”.
Demetrio Trujillo Rodríguez a la primera pregunta responde:
– “Tenía yo ocho años”.
A la segunda pregunta responde:
– “En 1936”.
A la tercera pregunta responde:
– “Eran unos perros bajos, anchos y cabezudos”.
A la décima pregunta responde:
– “No recuerdo el perro de presa canario. En aquellos años ya todos eran cruzados”.
Por la tradición oral sabemos que efectivamente los presas canarios eran más bien bajos, anchos y de cabeza voluminosa. Francisco Saavedra dice con muchos belfos. Un dato muy importante es el peso, 45 kilogramos. Quiere esto decir que era grande pero no en exceso, grande para la época diría yo. ¿Pero eran ciertamente esos presas descendientes de los presas de siglos pasados? Como no podemos responder por falta de datos, en el aire dejamos la pregunta, que lo más seguro es que nunca pueda ser respondida.
A la octava pregunta (“¿Qué cruces con razas foráneas se realizaban en aquellos años?”), los tres entrevistados respondieron lo mismo: “Con Bulldog, con Bull Terrier, y con Gran Danés”.
Bien, estas tres razas (dos inglesas y una alemana), ¿desde cuándo se cruzaban para obtener perros para la pelea? Y otra pregunta realmente importante. ¿Cuándo empiezan las peleas de perros en Canarias?
Es muy probable que los dogos alemanes llegaran a Canarias una vez finalizada la segunda Guerra Mundial, no antes, de la mano de huidos alemanes nazis que arribaron a las islas en busca de refugio.
No hay referencias históricas, tradición oral, algo que nos induzca a pensar que en siglos pasados se pelearan perros en Canarias, por consiguiente cabe pensar que esta práctica, que gozó de cierta popularidad entre las clases más humildes de los años veinte hasta su prohibición (años cuarenta), en Gran Canaria y Tenerife, fuera importada de Inglaterra. No afirmamos nada puesto que nada sabemos al respecto.
Por otro lado es un hecho cierto que en Canarias nunca hubo peleas de perros organizadas, y fueron mucho menos frecuentes de lo que pueda parecer.
“No había peleadores de perros en aquellos años -nos dijo Francisco Saavedra cuando lo entrevistamos-. Había gente que tenía un perro y que lo peleaba con otro que tenía otro señor”. Y “no se apostaba dinero. Íbamos a ver cuál era el mejor. Eso era todo”. Y ante la pregunta, ¿De qué vivían los peleadores?, respondió “de las labores del campo”. “Del Campo -respondió Salvador Hernández-. Éramos gente de poca economía, gente pobre. La gente importante casi nunca se ocupaba de estas cosas. Sus aficiones eran otras”. Y Demetrio Trujillo: “Éramos trabajadores del campo”.
En aquellos años también se celebraban peleas de carneros. Como éstas, las peleas de perros pudieron surgir naturalmente entre la población campesina autóctona, no necesariamente tuvieron que ser importadas. Las peleas de perros canarias en nada se asemejaban a las inglesas.
Los Cruces
Una vez desaparecidos los presas canarios autóctonos, de origen español, y dado el auge de la afición a las peleas de perros, los peleadores echan mano del Bulldog Inglés, del Bull Terrier y del Dogo Alemán, del Perro de Ganado Majorero, del Mastín Español, y los cruzan con el fin de obtener productos adecuados para la pelea. En realidad el Perro de Ganado Majorero de la época era la base de muchos de aquellos cruces, por su rusticidad, aguante y bravura. De ahí que muchos ejemplares tuvieran la capa bardina oscura. Está claro que en aquellos años no todos los perros de ganado majoreros eran bardinos, los había negros, arena, manchados en blanco, etc. También se cruzaba con los perros de la tierra (Gran Canaria), que “era parecido a un perro majorero, pero quizá más grande”, nos dijo Salvador Saavedra Bolaños, en la entrevista que con él mantuvimos.
De las distintas capas de los presas canarios antiguos poco sabemos. Parece ser que la capa bardina era la más común. De la capa de los presas producto de cruces de los años veinte se sabe algo, y de los treinta en adelante bastante más. Los perros de ganado majoreros y los perros de la tierra transmiten en un porcentaje muy alto la capa bardina, luego la capa negra y la arena, con manchas blancas en algunos casos. La capa blanca pudo ser transmitida por los Bull Terriers y los Bulldogs, la leonada por los dogos alemanes, y también la negra. En aquellos años, y hasta los sesenta, la mayoría de los perros bardinos, negros, arena y leonados eran calzados, acollarados, corbatos, berrendos, y los blancos con manchas eran frecuentes.
A principios de los años setenta, presas producto de estos cruces ya casi no quedaban, ni en Tenerife ni en Gran Canaria. En las islas restantes desaparecieron en su totalidad. Como los perros de presa, la afición a ellos es también cosa del pasado. Algunos ancianos, viejos peleadores, recuerdan, en voz alta, con añoranza, para quien quiera oírlos, las gestas de sus perros de presa.
Los Presa Canarios modernos
A partir de los años 70 renace la afición a los perros de presa en Canarias, y como consecuencia, a las pechadas, en las que participan también, con sus perros (que nada tienen que ver con los del pasado, como ya se dijo) algunos de los viejos peleadores.
Para obtener perros de presa, el aficionado cruza distintas razas foráneas, como son el Bulldog Inglés, el Bull Terrier, el Mastín Inglés, el Mastín Napolitano, el Staffordshire Bull Terrier, el American Pit Bull Terrier, el Dobermann, el Bullmastiff, el Dogo Alemán, el Dogo de Burdeos, el Fila Brasileño, el Mastín Español, el American Bulldog, el Rhodesian Ridgeback, etc. En Gran Canaria, no así en Tenerife, se utilizó bastante el Perro de Ganado Majorero.
Las razas más utilizadas en Gran Canaria fueron, al principio y por orden de importancia, el Mastín Napolitano, el Dogo Alemán , el Mastín Inglés, y el Perro de Ganado Majorero. A partir de la década de los 80, el American Staffordshire Terrier y el American Pit Bull Terrier.
En Tenerife el Bulldog, el Bullmastiff, el Dogo Alemán, y algo el Dogo de Burdeos y el Staffordshire Bull Terrier. Ya en la década de los 90 se ha utilizado algo el American Staffordshire Terrier. El Rhodesian Ridgeback y el Fila Brasileño se han utilizado poco y sólo en Gran Canaria, que sepamos.
Consecuencia de estos cruces es la diversidad morfo-fenotípica en el Presa Canario de nuestros días. Nada fácil por consiguiente nos resulta su cría y selección cuando pensamos en un prototipo, el que se describe en el estándar. Para lograr el fenotipo aproximado (no decimos el ideal, siempre imposible de alcanzar en cualquier raza) que nos hemos fijado como meta es preciso que haya una constante genética en buena parte de la población de presas existentes con los que poder trabajar, circunstancia imposible de que se dé por las razones expuestas. De ahí que el espectador que acude a presenciar una Monográfica, o Especial, de la Raza, por poco entendido que sea en cuestiones caninas, se percata de la falta de homogeneidad entre los ejemplares allí presentes.
La solución a este serio problema (que se ha dado en la primera fase de muchas de las razas que hoy conocemos, perfectamente fijadas desde el punto de vista genético hoy), se irá resolviendo en nuestra raza poco a poco, con el tiempo, siempre y cuando se utilicen los ejemplares más cercanos al tipo estándar, robustos, sanos, en el más amplio sentido de la palabra, funcionales, etc. etc. Utilizar en la recría presas faltos de carácter, de equilibrio psíquico, pobres de estructura, prognatas, con ausencia de algún premolar, displásicos, atípicos, es un gravísimo error, que se comete con excesiva frecuencia.