La historia del Dogo Argentino se funde en la de los hermanos Antonio Nores Martinez (1907) y Agustín Nores Martinez (1908).
Nacidos en la provincia de Córdoba, Argentina, miembros de una tradicional familia, su amor y pasión por los perros los lleva a embarcarse en esta apoteótica tarea de crear una nueva raza canina.
Antonio fue el creador de la raza; su visión, esfuerzo y tesón, sumados al rigor científico y sólidos conocimientos en los campos de la biogenética, fisiología y anatomía, que supo aplicar cuando ya médico, le valieron el reconocimiento del éxito en la creación del Dogo Argentino.
Agustín, no solo asistió y colaboró con su hermano desde la gestación misma de la raza, sino que fue el artífice de su reconstrucción, afianzamiento y difusión allende las fronteras.
Transcurría el año 1925, Antonio y Agustín no habían cumplido aún los 18 y 17 años respectivamente, ocasión en que venían de presenciar una de las habituales peleas de perros, cuando Antonio confía a su hermano el propósito de iniciar la crianza del Viejo Perro de Pelea Cordobés, tratando de mejorar sus dotes de pelea.
Instalados en un corralón de Alta Córdoba, y apoyados por familiares y amigos, comienzan con un plantel de diez hembras de Viejo Perro de Pelea Cordobés, que al tiempo alcanzaron los treinta vientres, todas ellas, madres o hermanas de los más aguerridos ejemplares de la zona.
Esta primer etapa se proyectó por pocos años, porque a medida que las riñas de perros fueron recibiendo el rechazo de la sociedad y la prohibición de las autoridades, se decide cambiar el rumbo de la crianza, y así nace la idea de crear una nueva raza canina destinada a la caza mayor.
Esta idea se transformó inmediatamente en el sueño y objetivo común de los hermanos Nores Martinez, sueño de juventud que quedará plasmado en tangible realidad recién el 21 de Mayo de 1964, fecha del reconocimiento de la raza por la Sociedad Rural Argentina y la Federación Cinológica Argentina (FCA), y posteriormente, el 31 de Julio de 1973, por la Federación Cinológica Internacional (FCI).
Partiendo del Viejo Perro de Pelea Cordobés, y a efectos de evitar los riesgos de una excesiva consanguinidad, dividen la crianza en dos grandes grupos que denominan familia “Araucana” y familia “Guaraní”.
Sobre la base de este gladiador comienzan un cruzamiento sistemático con ejemplares de razas puras que le ayudaran a incorporar y fijar cuatro condiciones básicas previamente definidas.
- Debe batir el monte en silencio
- Debe ser un perro de buen olfato, que ventee arriba y no sobre el rastro
- Debe ser un perro ágil, más de lucha que de velocidad
- Debe ser valiente por sobre todas las cosas
Las razas seleccionadas para lograr este objetivo fueron las siguientes:
El Viejo Perro de Pelea Cordobés, mestizo de valor extraordinario y tremenda resistencia para la lucha, mezcla de Mastín Español con Bullterrier, Bulldog Inglés y Boxer, es la base del Dogo Argentino.
El Mastín Español aporta su cuota de fuerza y potencia, raza ésta que ya estaba inmersa en el Viejo perro de pelea Cordobés.
El Gran Danés, con el objeto de darle más alzada y buena cabeza. Fueron varios los ejemplares usados de esta raza, no solo desde los primeros tiempos, sino también en la época de Esquel.
El Bulldog Inglés, con la idea de fijar su amplitud de pecho, no obstante fueron usados apenas cuatro ejemplares para evitar la disminución en la talla y el prognatismo.
El Bullterrier es usado para acrecentar su valor, resistencia, insensibilidad al dolor y tenacidad en la lucha.
La vivacidad e inteligencia del Boxer.
El Perro de Montaña de los Pirineos, le dio tamaño, rusticidad, acentuó el manto blanco, y le dio fuerza, resistencia y la capacidad de adaptación a todos los climas.
El Pointer Inglés es el principal responsable del olfato y a él se debe la cualidad de venteo que lo caracteriza.
Velocidad y talle le aporta el Irish Wolfhound.
El Dogo de Burdeos le aporta su fuerte mandíbula, su potente cabeza y su gran valor, como contrapunto dejaba un reflejo amarillo en el pelo, razón por la cual solo fue usado limitadamente en los comienzos
Paralelamente con el trabajo de la crianza y selección, fueron sometiendo a cada ejemplar a una intensa gimnasia funcional, tanto cazando en el monte como luchando contra pumas y jabalíes en cautiverio.
Esa larga experiencia se llevó a cabo durante muchos años, así surgieron los ejemplares que más se acercaron al tipo, cuyas bases fijara Antonio a partir de 1928, y que por primera vez se dio a publicidad como estándar de la raza, en la revista “Diana”, en el mes de Mayo de 1947.
Entre 1953 y 1956 Antonio le fue llevando a su hermano Agustín, sus mejores dogos a la quinta de Santa Rosa, La Pampa. A partir de entonces Agustín abre su propio Registro Genealógico de la raza que comienza con la cría de Penca el 3 de febrero de 1954.
El 2 de diciembre de 1956 muere Antonio junto a su amigo Esteban Gergich, víctimas de un cobarde asesinato, cuando cazaban corzuelas en el norte de la provincia de Córdoba. Actualmente en el sitio se erige un pequeño monumento, y se le conoce como “Picada Nores”.
En el año 1957 Agustín se establece en Esquel, en la precordillera patagónica, llevándose 20 dogos machos y hembras. Con esta base, más los que encontraron en campos de El Corcovado, Trevelin, Tecka y Esquel, descendientes de los que él mismo llevara en 1937, en una anterior estancia en la zona, comenzó la tarea de reconstrucción de la raza incorporando sangre de Pointer, Pirineos, Daneses y Galgos Irlandeses a fin de recuperar tamaño, disminuir el alto índice de sordera y ganar en docilidad de carácter.
Luego de años de trabajo pudo recuperar la raza con una nueva carga genética y constante gimnasia funcional, llegando al año 1964 en que presenta un lote de 67 ejemplares, a pedido de la Federación Cinológica Argentina y la Sociedad Rural, para el reconocimiento oficial de la misma, siendo éste el origen de los dogos de pedigree que existen en el mundo.
La historia del Dogo Argentino, como pocas razas, puede ser estudiada desde la fuente de información que sus propios mentores nos legaron, a partir de ésta, hemos pretendido dar una idea resumida de sus orígenes, su gestación y posterior formación hasta llegar al reconocimiento formal de nuestra única raza criolla.
Bibliografía:
NORES MARTINEZ, Agustín. El Dogo Argentino, Ed. Caporaletti Hnos. (Buenos Aires, 1969
NORES MARTINEZ, Agustín. Historia del Dogo Argentino, Ed. Albatros (Buenos Aires, 1978)
NORES MARTINEZ, Abel. El Dogo Argentino por su Creador (Recopilación de escritos de Antonio Nores Martinez y A. Sacchetti, Córdoba, 1977)